Sr. Google.
Guayaquil 24 de julio de 2013.
Lcdo. Antonio Martín
Soro.
Caminar a ciegas, asomarnos al
precipicio de la ignorancia, quedarse en el anonimato. Vivimos con la sensación
de la simplicidad, de la sencillez que, en realidad, no es otra cosa que una
profunda mediocridad. No nos adentramos a la lectura porque no encontramos el
placer de la inminencia en ello. Es una cuestión de ritmo. Si estamos frente a
la computadora aplastamos teclas a una velocidad vertiginosa y la información o
lo que queramos ver aparece en cascada ante nosotros. Sin embargo, un libro es
una aventura vital que requiere de ti necesariamente para sobrevivir. La
lectura muere cada día cuando tú caes dormido en tal o cual página o rejuvenece
en el momento que no logras hacer otra cosa más que devorar con ansiedad línea
a línea.
Son 6 letras que explican toda investigación en este
descarrilado siglo XXI, y parece que sin él no podríamos ni adivinar los gustos
de gente entre 15 y 25 años de nuestra propia ciudadela. Somos esclavos de los
que construyen nuestras cárceles y construimos con nuestra falta de
emprendimiento las paredes de nuestra prisión.
Si GOOGLE amenaza con sus 6 letras te animo a
combatirlo con otras 6: UBUNTU, navega entre tus familiares, inserta interés en
tus conversaciones, abre la página compartir.com, visita el facebook del
conocimiento y copia y pega la imagen de la dignidad, esa que nos hace mejores
a partir del resto.
El libro es
solidario y gratuito y sólo necesita de tu voluntad, aquella que inviertes en
un chat horas y horas escribiendo monosílabos o intercalando ese invento
“sofisticado” llamado emoticón. Además es tan sincero que no provoca que tú te
enmascares en otra persona sino que te seduce para que seas quien tú quieras
sin el ánimo de engañar. Cuando caemos frente a la lectura llenamos el vacío
que el gobernante desea para la gran mayoría de nosotros. Leer es poder y éste
sería dramático que se repartiera. Se necesita una sociedad de listos y tontos
¿qué tal si lográramos una de gente con criterio propio?
Sería tan peligroso como irreal. Las directrices de la
opresión se basan en la desigualdad no económica sino intelectual, ¡cuánto
avanzaríamos si fuésemos capaces de generar creatividad e ingenio! En esta
época digital en la que nos ha tocado vivir hasta el concepto libro parece
obsoleto y anticuado, ¿por qué lo válido ya no lo es?, ¿por qué el señor Google
invade mi bibliografía?, ¿por qué ya no mandamos cartas? Sigue siendo un gusto
indescriptible ver tu nombre escrito con la letra de otra persona.
Sigo buscando la luz y no la conseguiré pulsando
“enter”, me gustaría escalar la montaña del ser y no la del creer ser y
definitivamente mi nombre es todo menos virtual y en la arrogancia del que no
sabe del mundo informático se vive de una forma inmejorable…
En efecto la tecnología ha convertido a esta generación en una entidad dependiente de sus tentáculos.
ResponderEliminarLo gratificante de leer un libro o contemplar lo bello y sencillo de la naturaleza ahora es utopía forzada por el actual sistema.
Parafraseando tu entrada, me hiciste recordar un poema que hice hace tiempo, que aquí lo comparto:
http://carlosjulioperezq.blogspot.com/2007/09/encendiendo-mi-vela.html
Saludos cordiales.